La Marie de la elegante soprano norteamericana no puede suponer, ahora, un hallazgo: a sus extraordinarias cualidades vocales (con ese agudo que mantiene intacto cual saeta que se proyecta con la precisión de un rayo láser capaz de traspasar cualquier muralla orquestal, y su poderoso centro y buen grave) une las cualidades de una exquisita actriz-cantante, como pudo demostrar, por ejemplo, durante la estremecedora lectura de la Biblia.

El Debate

La soprano estadounidense adapta bien los desafíos vocales del personaje a su metal, con graves exigentes y agudos que deben sonar estridentes, y los enlaza con una visión menos tierna y más reivindicativa, evidenciada en sus poderosas réplicas frente a los abusos y maltratos del Tambor mayor y de Wozzeck.

El País

No le va a la zaga la Marie de Lise Lindström, una soprano dramática de primera, igualmente capaz de poner un nudo en la garganta (su ¡Ay de nosotros, los pobres! en la tercera escena del primer acto resultó demoledor) en una actuación magnífica de principio a fin.

Scherzo